sábado, 2 de noviembre de 2013

Descansar en paz


“Porque los elegidos del Señor gozan de su amor y su misericordia”(Sab 3)

 Destinados, no para la muerte, sino a ser Hijos de Dios por el amor, la resurrección de Jesucristo, el Poder del Espíritu, nos ha revelado que el ser humano ha sido destinado para vivir en comunión eterna con Dios. De modo que, si vivimos en el Espíritu, unidos a El, estaremos con El para siempre, estaremos en Paz. Este proceso de unión con El, una unión que ya está garantizada pues El vive en nosotros mas que nosotros mismos, siempre puede ahondarse, e incluso tiene el riesgo de perderse cuando confiamos nuestras vidas a nosotros mismos o al dinero.
 Cuando muramos alcanzaremos en el Encuentro con Dios, amor y solo amor, el anhelo más hondo del ser humano, la plenitud. Pero regularmente no estamos preparados, antes bien, alejados del Creador percibimos la muerte como una desgracia en la que se nos quitará la vida, cuando antes se nos da. 
 Tras la muerte ya no hay posibilidades de crecer en la unión con Dios, solo la oración de los que todavía peregrinamos puede alcanzarles a las almas un adelanto en esta purificación, calmarles el angustioso deseo de estar con Dios, sacarlas de este estado del alma que es el purgatorio, pues para eso habían sido hechas. Con razón dice santa Teresita: “Yo escojo por purgatorio tu amor purificador”. He aquí el sentido de esta fiesta de los difuntos, rogar, suplicar, ofrecer los sacrificios y sobretodo el sacrificio del Hijo de Dios en la misa para que el Señor derrame su misericordia y acoja a nuestros difuntos y les de lo que anhelan, el fin para el que fueron creados, la plenitud del amor.
 Hay un regalo extraordinario que podemos darle a nuestros difuntos, algo que les puede alcanzar un crecimiento fuerte en la unión con Dios, el perdón, poderlos acoger con el corazón misericordioso del Señor, derramar perdón a nuestros familiares y aun a los enemigos, llenar los ambientes que dejaron de la paz del Señor, es como se experimenta su resurrección, cuando sin decirlo, unidos en oración, los difuntos nos dicen: Estoy en paz.

Fray Wilson Dario Ossa Betancur ocd

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