sábado, 19 de enero de 2008

A un angelito que nos protege

Dios puso su mirada en una familia que ama mucho y pidió un poco de lo mucho que tenían. Sin palabras, pero lleno de esperanza. Sin entender nada, pero abandonándome en las manos de Dios le quiero decir a Dios que acepto este momento. Y que lo sigo amando antes más que antes porque la obra de Dios está hecha de cruces y de amores, de luces y de sombras, pero no porque el Señor no ame ni que no sea luz, sino porque la historia humana está tocada de todo ello.

“Dios habla en la noche”. Cómo quisiera tener palabras para animarlos y confortarlos del modo adecuado para que se enfrentaran con la experiencia que tienen entre manos, pero de una cosa estoy seguro. En este momento lo único que les puedo decir es que es la ocasión de que puedan hacerse contemplativos, pero no como una teoría, sino para que Dios los haga capaces no tanto de entender nada, sino para vivir a la sombra de la fe y de la esperanza, allí donde se puede gozar la vida, a pesar de las cruces y dolores que se encuentran. Sólo de esta manera se puede descubrir la luz que ilumina cualquier vida y en este momento que ayuda a caminar de la mano de la trascendencia y por lo mismo no se agota en las pequeñeces nuestras y en todos estos límites que estamos tocando.

Solamente me voy a poner en silencio al lado de Uds. Saben que cada vez que me necesiten me tienen a la mano. Le estoy entregando a Dios sus vidas y su momento para que los haga fuertes y no pierdan ni la alegría ni la paz. Ese es el punto clave que no se dejen robar sus valores, que hoy más que nunca lo necesitan los hijos, que Dios les regaló y que son importantes para ellos ver su presencia y su fortaleza. Pero también Uds. pueden aprender de ellos en estos campos de la esperanza. Es que los niños viven el presente y no viven ni el pasado ni en el futuro sino en lo que tienen entre manos. Sí, estaré en silencio junto a Uds. pero muy presente para que cuenten conmigo en todo momento y cuando vean que les falta no tanto una palabra sino un bastoncito para hacer el camino de todos los días. Pero ahora mientras escribo esto empiezo a sentir la fuerza de la presencia de José Ignacio y la fuerza de ser lo que es ahora. Un santico de esos que nos pueden iluminar la vida y acompañar en el día a día. Él también sigue presente en la realidad y la vida de la familia. No se vayan a equivocar pensando que lo pueden omitir. Ahora más que nunca estará presente y será muy significativo en sus vidas.

Creo que lo que les quería decir era eso. La presencia de José Ignacio es fuerza para continuar el camino de la vida. Tal vez esta es mi oración y lo que les puedo decir desde la fe en el momento presente. Como ven es una gran impotencia balbuciendo palabras que quieren ser expresión de lo que llevo dentro. No en vano el Dios de nosotros es un Dios Vivo que nos alumbra el camino de la vida. Eso significa eso de que hablamos con tanta insistencia en la vida de creyentes. Es que nosotros no estamos amenazados de muerte sino de Resurrección. Desde que Jesús resucitó nos hemos metido en otra realidad. Somos testigos de la Vida y de la Resurrección.

Amigos y hermanos, Fabián y Carolina, esta es una mera expresión de tantas cosas que llevo dentro y quisiera compartir. Como vieron ayer no fui capaz de hablar y decir ni una palabra. Lo único que fui capaz de hacer fue orar. Todavía no tengo palabras para dar, sin ponerme en la presencia magnífica de Dios y decirle: no entiendo nada, pero te lo repito: hágase tu voluntad.