jueves, 24 de abril de 2014

Eres mi vida

“No ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las escrituras? (Lc 24
Para contemplar al resucitado, creer en él y alcanzar la salvación, se nos pide abandonar dos ideas fijas que se han incrustado en nuestra concepción humana de Dios: Que El podría salvarnos con el poder militar o económico como lo hacen los reyes de la tierra y que el sufrimiento no conduce a ninguna parte y hay que desterrarlo de la vida.
El mismo Señor se nos ha colocado en el camino para quitar esa torpeza de la mente, para abrirnos los ojos y enseñarnos que el poder con el que nos salva es su amor misericordioso, que conviene que cada uno se arrepienta de haberse apoyado en el poder humano, y en sí mismo y reconozca que sólo en el amor divino hay sentido de la vida y que este amor necesariamente nos conduce por la entrega y el sufrimiento a la gloria. Así se lo había dicho a Pedro camino de la cruz: el Hijo del hombre tiene que ser burlado, humillado y morir pero al tercer día resucitará, Pedro en reacción se colocó como un obstáculo a ese camino y el Señor le respondió: piensas como los hombres no como Dios.
A los discípulos de Emaús no sólo les explica con las escrituras este necesario camino de sufrimiento y entrega por el que pasa el amor puro y que vivieron los profetas -en el salmo quince se resume: no dejaras a tu fiel conocer la corrupción- , sino que, al partir el pan, se les revela resucitado, les revela el misterio del ser humano: un poderle decir a las personas que amamos mientras comemos: eres mi vida, me importa más tu vida que la mía y aquí te la entrego, este gesto hace presente al resucitado, es haber comprendido que hacemos parte de un manantial de vida que fluye desde nosotros, que no somos nosotros, y que si lo dejamos fluir viviremos eternamente. ¡ahhhhh! que alegría de verdad, entender esto, nos arde el corazón, se colma de sentido la vida concreta de nuestra historia. Es verdad ha resucitado el Señor.

Fray Wilson Ossa Betancur ocd

domingo, 20 de abril de 2014

En esta hostia



HUGO, TESTIGO DE LA RESURRECCION

Hugo tenía esa consciente claridad de la resurrección que le permitió adentrarse en la muerte sin miedo. El último Sábado Santo se despidió de nosotros muy sonriente, aunque agotado por la enfermedad había reservado un último bocado de una torta de frutas para decirnos que; así, dándose como alimento, se quedaba. Fuimos con su hermana y se nos despidió con la certeza de que entrar en la muerte es vivir la pascua, un paso que, s...i es vivido con confianza en la misericordia divina, mas que asustarnos hemos de ansiarlo.

La confianza le vino de rezar el Avemaría tres veces, de la Virgen obtuvo su inquebrantable fe y quizás los brazos en los que se acunó su conversión. Fue como todos los hombres un tanto confiado en sus propias fuerzas, tozudo; pero eso tiene la enfermedad, que nos enseña el límite y nos coloca de frente a la la muerte. De la virgen y de la compañía de Dios en los suyos le vino el creer en el perdón, en perdonar y ser perdonado y abandonar el mundo en paz. Para decir luego con los resucitados: la paz esté con ustedes.

Hugo resucitó, le bastaron sus últimos años consagrados a la Virgen, una entrega total a la evangelización de un pequeño grupo de oración en un poblado cercano a la ciudad, pero sobretodo la confianza en la misericordia divina manifestada en su hijo Jesucristo.

Dias antes en su casa nos había convocado para que orando por su salud descubriéramos que solo nos enferma el no sentirnos perdonados, el apretón de brazos, el abrazo que acoge la debilidad y las caídas, son finalmente el ultimo signo del Dios humanado, del padre compasivo, después viene el adentrarse en sus entrañas misericordiosas y de alli no salimos. Compartimos la eucaristía, la unción de los enfermos, café con galletitas, en un esbozo de ultima cena que presagiaba el camino.

El domingo de resurrección ya no estaba ni en la cama del hospital, ni en el sepulcro, se escondió, se abrió brecha entre la noche y con una fe mas fuerte que un hacha se metió con Cristo en la Eucaristía. Allí se quedó. Allí, los que esto entiendan nos quedaremos para celebrar eternamente la pascua, el deseo de amar mas alla de lo que podemos por nosotros mismos.

Unos versos resuenan para confirmar lo dicho: quien come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el ultimo día. Intensos, apresurados, te pedimos Señor que el tiempo se densifique y hoy podamos contemplar tu obra, que colmados de esperanza, te veamos y nos veamos para siempre unidos a ti en esta hostia.

 Fray Wilson Dario Ossa Betancur ocd

miércoles, 16 de abril de 2014

Camino de la Pascua



Con un  acto tan sencillo como  un viacrucis se me abrieron las puertas de la Pascua junto con el acto penitencial comunitario del lunes.  Ese acto que se ha hecho ya un paso fundamental para el inicio de la Pascua.

Sí.  Se trata de un Viacrucis vivo, representado por un grupo que se llama "Amigos fuertes de Dios" y que está caracterizado por los límites físicos y sicológicos de todos ellos, que ya cargan una cruz en la vida. Y Dios me habló desde ellos.  Se juntan todos los sábados en la tarde para hacer su catequesis y son de todas las edades. Basta mirarlos con su caminador, con su silla de ruedas o con una gran sonrisa y ganas de saludarte y sonreír y más hermoso todavía, acompañados de algunos de sus familiares.  Había que ver la seriedad  con la que cada uno se hacía dueño de su papel y el dolor de alguno que le tocaba que ser Judas, y le apenaba porque no quería personificar a ese sujeto de la historia que a veces somos nosotros, también.

Es inimaginable el gozo del que le tocaba hacer de Jesús.  Y la forma como lo desempeñó en todo momento.  Todo comenzaba desde la Cena.  Y los que tenían que distribuir el pan para comer y los que se apoderaban de él y lo distribuían ellos mismos.  Se notaba su egoísmo,  igual que el que sentimos nosotros con tantas cosas de la vida. Y al mismo tiempo sentían el orgullo de ser de sus discípulos y estar con Él.  Pero luego vendría la venta de Jesús, la traición, el beso y el dejar sólo al Maestro.  Yo a veces sentía que contaban mi historia y la ponían al rojo vivo.  Pero cuando me fue llenando de emoción y de sentirme metido en esa historia, fue cuando llegó el Viacrucis de Jesús que era el de cada uno de ellos mismos con sus límites para hacer el recorrido de la vida y para poder escenificar la realidad de su historia.  Y yo pensaba para mí, cómo me comportaría yo con esos límites y esas falencias humanas para vivir el día a día.

Y lo vi en el juicio de Pilatos y en el camino de la Cruz y allí cada uno de ellos iba dejando lo mejor de sí mismo e incluso miraba la furia de los soldados romanos que lo empujaban y lo llevaban hasta el final apresurando el paso para disfrutar de la muerte de Jesús y así fueron pasando cada una de las 14 estaciones del viacrucis, escenificado al vivo en lo que ellos podían representar.  Yo no sé cuantas veces he hecho ese recorrido en mi historia, pero sí sé que lo he empujado y hasta atropellado cuando no he logrado caminar al ritmo de mis hermanos.

Los que se me hicieron eternos fueron esos instantes en que estaba colgado de la Cruz y miraba el cuerpo de ese actor silencioso que mostraba allí pendiente de la Cruz en su silencio y su estilo de estar presente en tantos momentos de mi vida que se iluminaban con su cuerpo escarnecido y maltratado tantos otros momentos de mi vida sin Jesús.  Porque son sin Jesús lo momentos en que no he sabido que Dios me hablaba al corazón. Y que estaba crucificado en la historia de tantos de mis hermanos los hombres y de modo muy especial en este tiempo de la historia.

En estos días de la liturgia he ido descubriendo el lunes el olfato para disfrutar del aroma del perfume de María, el martes agudizaba el oído para escuchar la palabra del Señor  y en este miércoles he querido descubrir desde la mirada el rostro de Jesús y los rostros tanto dolientes como resucitados de toda la gente.

Si el rostro es un concentrado de humanidad, ¡qué fuerza adquieren las palabras del profeta Isaías ("No oculté el rostro a insultos y salivazos") o las del salmo 68 ("La vergüenza cubrió mi rostro")!

Junto al sentido del oído, hoy ponemos a punto también el sentido de la vista para contemplar el rostro de Jesús durante los próximos días. Se trata de un mapa en el que están registrados los gozos y sufrimientos de todos los hombres.

En vísperas de su muerte, el rostro de Jesús resume la entera trayectoria de su vida terrena: sus largos años de laboratorio nazareno y sus pocos meses o años de itinerancia misionera por tierras de Galilea y de Jerusalén.

¿Cómo veían el rostro de Jesús sus discípulos cuando le preguntaban, uno tras otro, incluido Judas, la pregunta del millón: "¿Soy yo acaso, Señor?". ¿Verían preocupación, rabia, frustración, derrota? ¿O verían un rostro luminoso, sobrecargado de amor en cada una de sus millones de células? "Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro". Esta es la súplica que brota en un día como hoy en el que millones de personas se ponen en camino hacia los lugares donde van a pasar los días del triduo sacro.

¿Se puede vivir el triduo sacro estando de vacaciones? ¿Se ha convertido la Semana Santa en un simple período vacacional, salpicado con algún rito folclórico religioso a modo de relleno para tranquilizar la conciencia? Quizá podemos responder con sencillez. Se puede vivir el triduo sacro en cualquier lugar ... con tal de que no tengamos miedo a buscar y contemplar el rostro de Cristo. No importa tanto el lugar cuanto el coraje de dirigir nuestros ojos a ese rostro cubierto de insultos y salivazos y, sin embargo, hermoso, radiante, perdonador. Ese rostro se muestra en la liturgia de la iglesia y se muestra en las personas sufrientes que, sin duda, iremos encontrando. Por mucho derecho que tengamos al descanso, no podemos mirar en otra dirección, porque en el familiar con problemas o en el que nos sirve en un hotel podemos descubrir al Cristo que sigue sufriendo hoy. Volver la espalda a esos rostros tan reales es volver la espalda al Cristo que nos mira.

"Nuestros ojos están vueltos al Señor Jesús". Ojalá podamos aguzar la vista para contemplar este rostro en cualquier lugar en el que nos encontremos durante los próximos días.

Sigamos caminando hacia la Pascua y dejemos que el Señor nos llene de esperanza y de amor para que este camino de la Cruz nos lleve a la Resurrección,

Siempre es Pascua en la vida del que se sabe dejar mirar por Cristo y le permite que lo llene de paz y de amor.

Vivamos la Pascua de la fraternidad y del perdón y dejémonos llenar de alegría en este tiempo para que Dios siga construyendo en nosotros su lugar donde vivir y donde poder encontrar Amigos fuertes de Dios.



fco. javier jaramillo j. ocd

sábado, 12 de abril de 2014

Puestos los ojos en el que levantaron

A un mes de mi servicio cordobés, me encuentro con la Semana Santa y la Pasión es el lenguaje del amor de Jesús.

Me vestí con ese ornamento rojo que me regalaron para recordarles y tenerles en la oración.  Fue como revestirme de toda la fuerza orante de los que me enriquecieron con la alegría y la paz de más de ocho años y donde experimenté a un Dios cercano y amistoso que me llena de esperanza.  Cuando me lo puse, fue como mirarlos en mi camino y en mi vida para permanecer y hacer lo que Dios me pide en este momento. Celebré con todos uds. y me siguieron hablando de un Dios amigo que me preguntaba como a ese discípulo que le traicionaba diciendo esa palabra mágica: Amigo.

Tengo que aprender a descubrir a Dios en los rostros nuevos que me regaló, porque todavía copio los de uds en las caras que miro de mi nueva gente.  Y a decir verdad que lo estoy logrando.  Estoy haciendo con amor el camino y la presencia en cada uno de los grupos y de los servicios que me pide la Parroquia: la catequesis, las celebraciones, las confesiones, la atención a los enfermos y la unción a los de las clínicas  vecinas, el bajar tantas veces las escaleras y atender a los que vienen al despacho, el ir a saludar en los diversos momentos a los que sirven en tantas obras de la casa, como caritas, el ropero parroquial, los grupos que se reúnen que no son pocos.  Es todo un aprendizaje que me ayuda a estar despiertos y hace que mis días pasen volando.  Y lo más triste de todo es que aún tengo tiempos perdidos en cosas que no valen la pena.

Pero tengo ilusión con potenciar ya el lunes el primer acto penitencial comunitario para darle gracias a Dios por los caminos que abre en este campo de la vida espiritual y de la misericordia divina.  Todos se maravillan de la propuesta, pero le dejo a Dios que haga su efecto y muestre los nuevos caminos para este sacramento.   Me hace recordarlos a todos uds y la ayuda que me daban en la oferta de este acto penitencial. Dios siempre fue muy grande en esta oferta.  Lo mejor siempre se lo dejo a Dios.  Yo preparo lo mejor que puedo todo y le dejo a Dios que siga siendo el centro de todo en la persona divina de Jesús.

Gracias, me sentí unido a uds vestido de rojo en este día de Ramos.  Seguimos unidos en la oración, en la Eucaristía y en la vida de cada día.

Abrazos y oraciones:

fco. javier jaramillo j.  ocd

martes, 1 de abril de 2014

Parece un día (2 de abril de 2013)



Cuando miramos la vida desde Dios todo parece un eterno presente.  Dios camina con nosotros y ni siquiera logramos darnos cuenta de esa inmensa tragedia que hace, apenas un año vivimos y como que perdíamos la capacidad de raciocinar.

Todavía me estremezco cuando quiero recordar el agua de ese 2 de abril de 2013. Salía de poner la Unción de los enfermos a una médica muy conocida, de la que recuerdo su nombre con admiración, Susana. Eran las cinco y media de la tarde y llovía a cántaros en La Plata.  Otra médica, Claudia, me acompañaba y buscaba  la manera de restituirme a mi Carmelo, pero en hora y media no lo logramos, entonces decidimos irnos a su casa por miedo a que se nos apagara el coche que tenía el agua arriba de las gomas.  Veíamos en uno de los intentos, saltar el agua de las alcantarillas casi a un metro de altura y tirando hacia afuera las letrinas de la ciudad.  No entendíamos nada. Pero estábamos frente a la tragedia de una inundación sin precedentes.  NO ENTENDÍAMOS NADA.  Y a mí se me ocurrió llamar a mi compañero, el P. Wilson Ossa y fue la última llamada que entró al teléfono del Carmelo de santa Teresa que se enmudeció por más de un mes.

De ahí en adelante nuestra vida se divide en dos: antes y después de la inundación. Lo cierto es que no puede entrar al Carmelo, y allí estaría el P. Wilson, cual TITÁN de una gran aventura, acompañado por un grupo de hermanos de la Comunidad Cristiana de Vida. Ellos fueron los que lucharon en esa oportunidad.  Hoy los admira más que antes y sobre todo valoro su presencia en ese momento en la casa. Fue una experiencia tan fuerte y tan importante que marcó huella en ellos y nosotros.

Me duele tanta gente que no ha logrado recuperarse de esa realidad y que quedaron sin lo fundamental para afrontar el día a día y sobre todo que los marcó con el miedo y la inseguridad.  O lo que es peor, con un pesimismo que no les permite volver a empezar y a caminar con alegría el camino de la vida.

Le doy gracias a Dios porque cuando llegué a la casa y entré, no puedo olvidar el rostro de Soledad, y la angustia al ver el destrozo de la casa.  Pero al mismo tiempo la fuerza de la presencia de tantos que estando presentes me respondieron a la pregunta que se hacía la misma Soledad: ¿será que nos podremos recobrar?  Y en esa  doble imagen me llena de fuerza para decir que Dios nos acompañó y donde abundó la ruina y la destrucción, empezó la obra de Dios.  Como es verdad que Dios  crea y saca de la nada, porque de este modo lo pudimos vivir y volvimos a empezar.

Por lo mismo yo lo quiero recordar como un día en que el Señor volvió a comenzar en nosotros su obra creadora y pudimos ver que Dios nos creó para seguir creando.  Hoy, ciertamente hubiera querido estar allí para decir que el Señor estuvo grande con nosotros y que no permitió vivir su presencia amorosa de Padre que nos cuidó y nos permitió participar con todo el pueblo de la realidad que vivimos como comunidad y en la que fuimos uno más  de los que caminaban luchando por rehacerse.  Cómo no recordar a cada una de las personas que con su presencia nos acompañó y nos dieron la mano y que nos dijeron más que si hubieran pronunciado mil discursos.

Aquí quiero hacer una pausa para orar por todos los que se nos adelantaron ese día y anticiparon la Pascua, que aunque la habíamos celebrado dos días antes, se convirtió en experiencia de vida y se encontraron, eso sí, en la otra orilla.  Y como dice san Juan de la Cruz rompieron la tela y se encontraron cara a cara con el Señor. Que Dios les regale el premio de la vida verdadera y la paz que puedan comunicar a sus familiares.

Por mi vista pasan cada una de esas más de ochenta personas que junto a la presencia orante y silenciosa de Wilson se movían y limpiaban, sacaban destrozos o recogían lo que se podría salvar y empezaban a dejar renacer nuestro Carmelo.  Porque digámoslo de una vez empezó a brotar de nuestras manos acompañadas con las lágrimas de muchos y con la generosidad de todos.  Para poder llegar a decir que el Carmelo de hoy está más hermoso que antes, no para descalificar lo que han hecho los anteriores, sino porque la generosidad de las personas lo han vuelto a recomponer todo.  Y si quieren dicho de otra manera, el Carmelo de hoy lo hicimos entre todos.  Por eso no podemos permitir que lo que se hizo con tanto esfuerzo se venga abajo.  Lo tenemos que seguir apoyando todos y seguirlo haciendo entre todos, ya que es tarea de todos.  Allí  ha quedado un pedacito de nuestras vidas y es para la gloria de Dios.

Hoy los volveré a dejar en la Eucaristía.  Allí me encontré agradecido con todos uds y me hablaban como siempre de todo lo que vivimos juntos y sobre todo lo que hizo Dios en cada uno de nosotros.  Esa es la gran tarea en que nos vamos a seguir empeñando  en vivir  para poder crecer en el amor para dar amor y alegría y no sucumbir debajo de todas las adversidades y mucho menos debajo del agua que nos debe regenerar y no ahogar ni destruir.

De nuevo gracias por la vida nueva que nos dieron a todos en el Carmelo con lo presencia sanadora de la solidaridad.  Qué grande fue cada uno y cada una en esa efemérides de la inundación-

Dios los bendiga a todos y los llene de paz y de amor



fco. javier jaramillo j. ocd

viernes, 14 de marzo de 2014

Homilia del domingo de mi vida

Mis queridos amigos en el Amigo Jesús

PAZ, ALEGRÍA Y ESPERANZA EN EL SEÑOR

Creo que la Palabra de este Domingo es toda para mí.  Cómo he entendido eso de “sal de tu tierra…” y la realidad que la acompaña, y mucho más allí donde el Evangelio nos habla de la tentación de Pedro y sus compañeros.  Y los apóstoles, muy humanos, como nosotros, que prefieren el éxito, la gloria, el final del camino sin andar el camino, responden: “Qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas...” Quedémonos en lo alto del monte, para qué bajar a continuar el camino difícil. Quedémonos quietos aquí...

No les parece que esta era mi gran tentación.  Sin darse cuenta de que sin hacer el camino no hay final del camino. El que se queda quieto no llega a la vida, el que se queda parado anquilosa sus miembros, paraliza su cuerpo y en lugar de llegar a la vida se atrae a la muerte.  Yo también me hubiera querido quedar en La Plata, pero la voz del Señor

Y mientras nosotros decimos: “quedémonos aquí porque aquí se está muy bien”, el Señor le dice a Abrahán “sal de la casa de tu padre y de tu patria, desestabiliza tu vida y yo te bendeciré. Y a los apóstoles les dice “Levantaos, bajemos del monte, porque soy yo él se encuentra a gusto en el ruido de la calle, en los hogares de los hombres, en tu casa y allí donde estás..

Y quizás es por esto por lo que queremos hacerle tres tiendas al Señor en el Monte, porque nos da miedo tenerle más cerca y menos en mi casa.  Aquí estoy buscando de responder al Señor en esta edad de mi vida como la de Abraham.  Y Dios sigue hablando a voz en cuello para que no lo ignore, aunque a veces me parece que es silencio y a veces me parece que es exigencia.

La confianza de Abram. Dios hace a Abram una petición y dos promesas. La petición: "Sal de tu tierra y de la casa de tu padre". Históricamente, podemos ver en esta frase una explicación del paso del nomadismo al sedentarismo. Todo cambio, no cabe duda, supone esfuerzo, desarraigo y miedo a una nueva realidad. Personalmente, no le sería fácil a Abram aceptar esta indicación del Señor. Mesopotamia era tierra rica fértil y generosa. Pero Abram acepta el reto, nada pregunta y nada responde, y se pone en camino... Subraya este texto la confianza del patriarca que "marchó, como le había dicho el Señor". Hoy debo preguntarme, ¿mi confianza en Dios es tal que estoy dispuesto a salir de mí mismo, de mi tierra, de mis seguridades, para ponerme en camino guiado por Dios? Las dos promesas son los dones que Dios concede a aquél que en El ha confiado: una tierra y una descendencia (un gran pueblo). Ahora ya no se llamará Abram, sino Abrahán, "padre de multitudes".

Quizá lo que nos ocurre muchas veces a nosotros es que no estamos dispuestos a escuchar su Palabra; quizá por eso vivimos una fe desencarnada de la realidad y nos cuesta tanto unir fe y vida. Es la gran asignatura pendiente del cristiano.

No se les parece mucho a mi historia esta realidad?  Pero les quiero decir que todos uds.  me ayudaron mucho en este caminar y en este buscar acertar con lo mejor.  Sin uds. no hubiera podido tener las fuerzas para dar el paso y desprenderme de todos uds.  Esta será mi homilía para uds mis queridos hermanos de La Plata y mi nueva comunidad de Córdoba.  Lo único que mi cátedra serán estas líneas y este medio y Dios nos seguirá hablando de muchas maneras hasta que logremos escucharle a Él.

Sigamos unidos en la oración, la Eucaristía y la vida de cada día—

Bendiciones

Francisco Javier Jaramillo Jaramillo

miércoles, 12 de marzo de 2014

Desde la otra orilla


Córdoba, 11 de marzo de 2014

Todavía con el sabor de la despedida de La Plata, empecé mi camino muy de madrugada hacia mi destino de esta nueva etapa de la vida. De verdad que Dios me regaló la fortaleza y la alegría para poder enfrentar este nuevo momento.  Aquí me han acogido también con mucho amor y llenos de esperanza porque Dios siempre es nuevo y se recrea en nuestras vidas.

Dejé agradecido este tiempo de vida ya gastado para empezar este nuevo camino, que debe estar todo impregnado de ese sabor a  Dios y poder antojar de ese Dios que me enamoró.  Ya ha celebrado dos Eucaristías y con mucha gente, pero cuando empezaba a mirar las personas veía que me faltaban uds.  o mejor dicho los encontraba en cada uno de ellos y me resultaba como si les pusiera sus rostros.  Así vi que sigo junto a todos uds. y no estoy tan lejos porque la oración y la Eucaristía nos mantendrá muy unidos y cerca del amor de Dios.  Allí le volví a decir: gracias a cada uno de mis queridos amigos de La Plata.  Pero todo es nuevo y mi vida empieza a correr con la misma alegría de siempre al ritmo del Evangelio que se me entregó para regalar a todos los que Dios me ponga en el camino.

Ya me fui metiendo en la realidad de mi Iglesia a la que amo y tengo que descubrir, cuando me presenté a mi nuevo Obispo y me integró en esta Iglesia que voy a servir, me sentí también muy amado por el Señor.  Se me abrieron de nuevo los deseos de amar y servir a las personas que va a poner en mi camino y le dije al Señor que quiero " estar presente y con ganas de servir" al estilo de Teresa.  Quiero ser un contemplativo en la acción que me regala en esta comunidad parroquial y en la Iglesia en que me toca trabajar.  Pero también me di cuenta de que todo esto lo puedo hacer gracias al trabajo realizado anteriormente allí en La Plata.

Aquí, estoy empezando y los llevo a todos en el corazón y siento la fuerza de su oración para poder vivir este servicio nuevo que comienza.  Les confieso que estoy muy alegre y lleno de esperanza..  Gracias.  Muchas gracias. Cuento con todos uds.

Unido en la oración y la Eucaristía

fco. javier jaramillo j. ocd

viernes, 28 de febrero de 2014

Carta de despedida del clero platense




Vocación seducida



Estamos para empezar  el camino de la Cuaresma que inauguraremos con el miércoles de ceniza y todo ello centrado en torno al misterio de nuestra vocación. La vida cristiana no es un camino de rosas. Hay tentaciones y pruebas como nos lo dirá el primer domingo de Cuaresma. Pero también hay momentos de claridad deslumbrante. Hoy el Señor nos invita a dejarnos deslumbrar por su destello transfigurado. Como nos lo va a enseñar en el segundo domingo de la Cuaresma.  Todo irá caminando hacia la Cruz.  Pero no todo termina alli, porque el Señor nos invitará a caminar por las sendas de la Vida.  Pero finalmente todo terminara en la Pascua.  Es cierto que el Señor subió a la Cruz para descrucificar a los crucificados de la historia.

Por eso es maravilloso saber descubrir la lección de la Transfiguración.  Es la segunda gran lección cuaresmal: Ser seducidos por la belleza del Señor. Sólo desde esa experiencia es posible asumir con ilusión su llamada, la misma que escuchó Abraham y a la que respondió sin vacilar: “Sal de tu tierra a la tierra que te mostraré”. Y con el apóstol san Pablo tomaremos parte de los duros trabajos del Evangelio y con otros muchos cristianos, fiados de Dios, con nuestras sombras y con nuestras luces apostaremos por servirle desde nuestro propio estado de vida y desde el lugar que nos toca vivir. A mí me regalan lo desconocido pero iré no para preguntarle a Dios por qué me saca de acá y me lleva allí.  Porque estoy cierto que al final entenderé a que me lleva.  Sino porque sé que los designios de Dios no fallan.

No es fácil a veces este camino de la vida religiosa ni de la vida cristiana. Pero lo que tenemos muy cierto es que al fondo de todo y como horizonte de nuestra vida está Jesús, que es el sentido de todo lo que nosotros buscamos y tenemos.

Mil gracias a todos por la presencia y la compañía de Iglesia que me dieron en estos ocho años y medio de mi vida sacerdotal.  Ya que me permitieron vivir y hacer la experiencia de Dios junto a mis hermanos del clero platense.

Unidos en la oración y nuestra Eucaristía, oremos los unos por los otros para fortalecer nuestro ministerio sacerdotal y nuestra fe.  Simplemente: GRACIAS.


fco. javier jaramillo j. ocd

domingo, 9 de febrero de 2014

Agradecimiento y despedida

Casa de Espiritualidad
Carmelo  de  Santa Teresa
Carmelitas Descalzos

La Plata, febrero de 2014

A mis queridos hermanos de la Comunidad del Carmelo de santa Teresa
A todos los que amé y serví desde Jesús, que es el sentido de mi vida


PAZ, ALEGRÍA Y ESPERANZA EN EL SEÑOR

He estado repasando mi vida en estos casi ocho años y medio que me regaló el Señor en esta comunidad, en la que con gozo acepté vivir mi experiencia de Dios de carmelita descalzo y no tengo sino una palabra para decirle a Dios: Gracias.  Muchas gracias.

Dios me regaló un ambiente para ser feliz y vivir realizado en el Carmelo y en esta etapa de mi vida tan importante, cuando me voy acercando a mis bodas de oro sacerdotales y donde celebré mis bodas de oro de profesión.  Siempre en mi vida religiosa y sacerdotal me he propuesto descubrir que mi vida es un don de Dios para los demás, y así lo he ido descubriendo cuando al terminar cada etapa de mi paso por las diversas comunidades en las que he tenido la oportunidad de compartir mi vida con mis hermanos los religiosos y con mis hermanos de los ambientes que me ha ido regalando y sobre todo donde he podido gastar mi vida antojando del Dios que me enamoró y al que amo con todo mi corazón desde la Iglesia a la que sirvo.  Además, me inserté con todo mi ser en la Iglesia local a la que ofrecí mis capacidades y me permitió compartir muy de cerca con el clero de la Arquidiócesis.  Participé activamente en el Decanato y disfruté de su compañía.

Desde la Renovación Carismática ofrecí mis modestos servicios con una gran acogida de la comunidad y de los fieles y dejé la marca del Carmelo, iluminando su espiritualidad y su oración con la riqueza doctrinal del teresianismo, pero al mismo tiempo respetando el estilo de la comunidad del Carmelo de Santa Teresa, ya que nunca hice celebraciones especiales con ese estilo en nuestro templo y sí servicios pastorales a ellos que les ayudaran a crecer en sus caminos.

Han sido diversos momentos los vividos en esta casa y con una intensidad casi de dar todo lo que Dios me dio para dar.  Y lo primero que descubro es que Dios me amó de un modo particular en cada una de las personas con las que he compartido, que son tantas y que me dejaron huellas del paso de Él por mi vida.  Ya que yo no he podido hacer nada sino es por la gente, la que me ha acompañado de manera tan generosa.  A todos los llevo en el recuerdo y sobre todo los dejo todos los días en las manos de ese Dios que ha sido la fuerza de este camino, en la Eucaristía y la oración.  Nunca me he sentido sólo.  Siempre he tenido gente hermosa que me ha acompañado en este camino y no es tanto que yo los haya acompañado sino que se ha convertido en la vitalidad de mi ministerio y de mi búsqueda de Dios.

He querido recordar nombres y me pasan todos y cada uno con su historia y con lo que Dios también ha hecho en sus vidas.  Por eso mismo me brota el agradecimiento y la acción de gracias para que Dios sea su premio.  Me debo a todos.  Y con todos construimos lo que hemos logrado hacer y como símbolo de ellos tenemos que la reconstrucción de la casa después de la inundación porque con tanto orgullo podemos decir que la casa está más linda y mejor, ahora que antes.  No para decir que los de antes no hayan hecho tantas cosas y mejores que nosotros, sino porque de verdad el Carmelo es un ambiente que nos enorgullece a todos los que en La Plata hemos vivido y participado de la vida de esta comunidad. Realmente ha sido la obra de Dios y la gloria es toda para Él que nos ha permitido servir y regalar la vida en este lugar.  Agradezco a José Luis, Liomer, René, Luis y Antonio que fueron mis conmilitones en esta empresa en estos más de 8 años.  Pero lo hermoso fue la colaboración de todos los laicos que han pasado en las diversas presencias, empezando por los que se nos adelantaron, enunciando en el primer lugar a Pancho, de feliz memoria.

Cómo olvidar a las personas que me acompañaron en ese primer encontrón con los límites de mi decadencia  (erisipela, luego próstata y finalmente la diabetis) para dar gracias a Dios por la presencia del Dr. Luis Fabole, que también se nos adelanto a principios de este año y al que le pude acompañar y animar.  Así cuando miro a cada uno de uds. veo que tengo algo que ver con cada persona.  Baste pensar las tres veces que estuve hospitalizado varios días, porque nunca me dejaron sólo, ni de día ni de noche.  Fueron mi familia.  Me sentí con mi gente.

Y aunque parezca  que el que ha hecho por los demás fuera yo, ha ocurrido lo contrario y es más lo que me han dado ha sido más de lo que yo he entregado.  Es que el amor crece cuando se comunica.  Les dije muchas veces que "procuráramos vivir lo definitivo de Dios en lo provisional de la vida" y también que "esta experiencia de la vida espiritual se acoge con fe, se vive en esperanza y se expresa en caridad"; es decir es teologal.  Y así lo hemos vivido en estos años dejando que Dios acontezca en nuestras vidas.  ¡Qué bueno poderle entregar a Dios lo que hemos vivido!  De verdad que Dios ha acontecido en nuestras vidas.

Puedo decir que he visto lo que Dios ha hecho en cada uno de nosotros, llamados a hacer presente la imagen de Dios en nuestras propias vidas.  Me siento feliz de haber podido conocerlos y haber convivido con Uds.  Dios me bendijo todo este tiempo con todos y cada uno de los que conforman esta comunidad. Gracias.

Siempre me preparé, orando, para nuestro encuentro desde la Eucaristía.  Muchas veces el Señor me dio la palabra justa para anunciarlo.  La mayoría de las veces me di cuenta de que sólo había balbucido palabras y que no les supe decir lo mejor de la misma.  Pero en definitiva el gran Protagonista siempre fue el Señor.  Hubiera querido enamorar a todos de ese Jesús que me apasiona y que es el sentido y centro de mi vida.  Pero la pobreza y los límites solamente me permitieron anunciarlo y lo mejor de todo lo hizo el mismo Señor.  Pero, todavía más y lo mejor, fue que uds. escucharon más allá de mis palabras a Jesús que les invitaba a serle fieles y entendieron mucho más de lo que logré expresar.

Quisiera decir no tanto lo que yo hice, sino todo lo que hizo el Señor en medio de todos nosotros en este tiempo de gracia y de bendición para mi vida.  Ya no me pregunto por qué me manda a un lugar, sino para qué.  Y ciertamente esto se puede conocer al final del camino y de la experiencia.  Cuando vine a la Argentina yo no sabía dónde iba a estar, vine para ayudar y dar la mano de modo que la presencia de la Orden se pudiera acrecentar y para hacer visible y significativo el carisma de la Orden.  Después de este tiempo a los que toca animar la Orden en Argentina les ha parecido que debo estar en Córdoba y en todos los años que llevo de religioso no he discutido una conventualidad.  Es por eso que creo que en este momento Dios me quiere donde me mandaron.  Por otro lado van todos los sentimientos y mis gustos y quereres.  Pero una vez más me he sentido acompañado de todos mis hermanos de La  Plata para reemprender un nuevo camino, que por supuesto no será fácil, pero Dios me dará las fuerzas y la luz suficientes para afrontarlo.  Además, estoy seguro que Dios nos dará las vocaciones que tanto le hemos pedido y que para ello queda constancia en las intenciones de las misas de cada día.  Es eso lo que le pido a Dios: que nos dé las vocaciones que necesitamos para implantar la Orden en esta tierra tan querida y amada por Dios.

Espero que Dios nos hable a cada uno con amor y nos llene de paz y de luz para seguir en este camino de la búsqueda de Dios en lo ordinario de la vida.  Muchas veces les dije que lo mejor era lo que no les sabía decir.  Como efectivamente podemos constatar en este momento cuando veo que el Señor tiene muchas cosas para decirnos, que yo no se las supe decir, pero que poco a poco las iremos descubriendo en el camino de la vida y de la búsqueda de este Dios que está aconteciendo en nuestras vidas.

Es también el momento para entregarle al Señor mis límites y poderles decir que nunca en mi vida hubo intención de maltratar a nadie, pero por las veces que lo pude hacer no de un modo intencionado, sino nacido de mis pequeñeces, les pido también perdón por todo lo que no supe hacer en el servicio de sus vidas y por mis equivocaciones.  También les había dicho que prefería equivocarme haciendo y luego pedir perdón, pero no omitir lo que de otra manera hubiera podido hacer atreviéndome a tantas cosas, como me atreví a hacer en tantas oportunidades,  Dios que lo sabe todo, me perdone y uds que me han dispensado de tantos errores me perdonen también.

Les confieso que Dios me sorprende en este momento ya muy adelantado de mi vida, con fuerzas y ánimo para volver a empezar.  Estoy abierto a la obra de Dios y espero dar lo mejor de mí mismo en este nuevo amanecer de la Iglesia de Francisco y con la gran ilusión de dar lo mejor de mí mismo.  Cuento con sus oraciones para que Dios nos ayude a recrear el momento presente y nos haga testimonios de su amor a todos nosotros.

Le entrego al Señor todo lo que pudimos hacer en su nombre y se lo doy como el mejor testimonio de haberlo buscado a Él todo lo que sucedió en cada uno de nosotros, que es algo que solamente conoce El mismo.

Termino simplemente diciendo gracias a Dios y a cada uno de uds que me dieron esta gran oportunidad de conocerlos, servirles y ayudarles en lo que estaba de mi parte para poder encontrar el camino que nos llene de esperanza y alegría.  Pero gracias también a uds, que me ayudaron a ser feliz y vivir estos años tan llenos de Dios.  No quise mencionar nombres porque ofendería a muchos con alguna omisión.  Todos están en mi vida y mi oración.

Ahora se los entregaré a Dios a cada uno de uds y los dejaré en sus manos de Padre para que los cuide, los anime y los llene de fuerza para permanecer en el amor,  Allí en esa Eucaristía que compartimos cada día nos seguiremos encontrando.  Dios no se muda.

Unidos en la Eucaristía y en la Oración

fco. javier jaramillo j. ocd