viernes, 21 de septiembre de 2012

Las 10 cuestiones que Dios te preguntará


1. -Dios no te preguntará si tu nombre fue conocido en la tierra; Te preguntará si diste a conocer su nombre aquí en la tierra.
2.- Dios no te preguntará por los lujos de tu casa; Te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
3.- Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; Te preguntará a cuántos ayudaste a vestir.
4.- Dios no te preguntará cuál era tu título o profesión; Te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.
5.- Dios no te preguntará a que iglesia asistías; Te preguntará cómo estabas dispuesto a servir a tus hermanos.
6.- Dios no te preguntará las cosas malas que dejaste de hacer; Te preguntará por todas las cosas buenas que no hiciste.
7.- Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; Te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
8.- Dios no te preguntará cuanto dabas o que dabas; Te preguntará si lo dabas de corazón o por presión.
9.- Dios no te preguntará cuanto tiempo pasaste conectado a Internet; Te preguntará en que aprovechaste el tiempo que te dio de vida.
10.- Dios no te preguntará cuantas veces leíste la Biblia; Te preguntará si la viviste.

jueves, 20 de septiembre de 2012

A siete años de la llegada a Argentina



fco. javier jaramillo j. ocd

Aquí estoy, con la misma ilusión con que llegué.  Muchas cosas se han desvanecido y han empezado a florecer otras distintas, pero me queda todavía una cosa clara: que venía enviado.  Que no me vine porque quise, sino porque la Provincia me pidió hacer una misión.  Ahora recuerdo lo feliz que estaba en mi comunidad de santa Teresita de Bogotá y digo que Dios me dio la fuerza y la alegría de desprenderme de mis hermanos con los que estaba haciendo un camino y abrirme a lo nuevo. No importa que sea el resto de Israel, que no quede sino yo.  Lo cierto es, que he procurado dejar en alto el nombre de la Provincia y aunque muchas veces veo que allá se perdió la memoria de este servicio, sigue siendo un ala de nuestra comunidad de Colombia. Es un servicio que la Provincia presta a la Orden.

No puedo negar que me ha impresionado cuando han ido cayendo tantos de mis hermanos y compañeros de camino; digo cayendo, cuando es que han ido caminando hacia lo definitivo de Dios y han celebrado su Pascua, los de mis cursos y que han sido mis compañeros o con los que he trabajado y ya están con Dios, cosa que me habla que Dios puede estar también cerca para mi.  Estoy hablando de la cercanía de pasar a la otra orilla.  Y esto me hace vivir con inmensa alegría descubriendo a Dios en lo provisional de la vida.  Ya que de verdad está tan cerca que casi lo podemos experimentar en todos los momentos de la vida y se hace palpable en lo que va llegando.  A veces lo experimentamos en el dolor de la experiencia, permítaseme la redundancia, que sólo la oración y la cercanía de este Dios que nos ama nos permite superara ciertas pequeñeces de la vida fraterna para seguir descubriendo todos los días que sólo Dios basta. De esta manera cuando la Orden me recuerda la Pascua de mis hermanos o de tantos que conocí a mi paso por las Provincias como Visitador y los voy desgranando en la oración de la Eucaristía

Hubiera querido que en este momento tuviéramos un florecimiento vocacional, pero sigo esperando el momento y la hora de Dios para nosotros, como Orden, en Argentina.  Pero estoy seguro que llegara ese día.  No importa que como a Moisés, no nos toque verlo, pero lo oro y desde ahora tengo la seguridad que Dios está esperando el momento oportuno.  Porque en siete años es un tiempo suficiente para poder ver algo de la cosecha.  Y yo, fuera de lo que hace Dios y ha hecho en esta comunidad, no tengo nada para presentar.  Y en este tiempo he dejado un trozo grande de mi vida al servicio de la Iglesia, que amo como siempre y he enseñado a amar a mis discípulos.  También he ido descubriendo que vivo con los límites de la decadencia pero con tanta alegría que se me olvidan tantos limites nacidos de mis años y mi desgaste físico.  Pero de lo que estoy seguro es que llegarán porque las vocaciones son del Señor y no son obra nuestra

Lo que sí me ha dado Dios es una paz interior y una alegría que me hacen olvidar mis límites y me ayudan cada día a enamorarme de lo que hago y vivo.  Siento tan cercanos a los míos y entiendo por ellos a los de la familia y a los de mi comunidad, es por eso que nunca me he sentido ni sólo ni abandonado, siempre me ha cobijado la comunidad en la que vivo.  He vivido momentos de mucha fuerza y presencia y otros en los que tal vez quisiera no haberlos pasado.  Pero la vida está hecha de contrastes, pero siempre en el fondo está la alegría y la felicidad, junto con la paz y el amor para dar.  He repetido muchas veces una frase que es vida de mi vida: “a mí no me han mandado a sufrir en este lugar, sino que me han mandado a ser feliz”.  Puedo decir que soy feliz como lo he sido en cada conventualidad que me han dado.  Ahora miro todo desde arriba y veo que Dios ha sido grande en todo lo que me ha regalado vivir.  Hace apenas unos días hizo 50 años de mi profesión solemne y tengo que decir que cuando miro para abajo debo decir que he sido muy feliz y me he realizado en todas las conventualidades que he tenido hasta ahora y debo añadir que me he gastado todo.  Que no me he economizado para nada.  Que he entregado todo mi ser y mi vida al lugar e Iglesia donde me ha tocado vivir. 

Le quiero dar gracias a Dios por todo y de manera especial por los hermanos que me ha dado para vivir, pero como todo en la vida el compartir con algunos en especial,  me ha hecho un hombre realizado.  Hoy yo le quisiera decir a tantos jóvenes que vale la pena vivir este estilo de vida.  Así lo he dicho muchas veces en la predicación  con toda la fuerza que he tenido y a mi comunidad congregada alrededor del Altar.  Y sé que algunos que lo han escuchado se lo han planteado.

Son muchos los momentos que he pasado en esta comunidad en los que he celebrado algunas efemérides significativas de mi vida, como fueron los 50 años de mi primera profesión, los 70 años y algunas de mis enfermedades que se manifestaron y me llenaron mas de cercanía y amor de Dios y los hermanos que dejaron en mí huellas de cariño y esperanza. Son tantos los que con su silencio y su presencia me acompañan en esta ”aventura divina”, como diría Teresa. También he tenido la oportunidad de acompañar a muchos en sus momentos bellos y lindos, como son los de los bautismos. Matrimonio y fechas significativas para sus vidas, e incluso la de celebrar con ellos el momento más solemne de la vida que es la muerte y en tantas situaciones de dolor.  Es por eso que he dejado mi vida casi sin darme cuenta, pero me la he gastado toda sin ahorrarme para nada.

No es que las fechas sean más significativas ni que haya situaciones que cobran importancia por su fecha o por redondear números.  Pero sí es importante saber que se ha intentado acertar con lo mejor en el camino de la vida y mostrando la fe y los valores humanos en lo que se vive cotidianamente.  Y eso es lo que quiero celebrar en este día, en el que quiero darle gracias a Dios por el camino nuevo que se me abrió, cuando creía que ya no tenía nada nuevo que vivir sino empezar a recoger velas para preparar ese tan gran encuentro con el Señor.

Quiero darle gracias, primero a Dios por la oportunidad que me ha regalado de vivir esta experiencia de Iglesia, luego a la Provincia colombiana que me la ofreció como camino a vivir y a hacer y a esta casa que me recibió, donde he vivido todo este tiempo de gracia y bendición..  Simplemente quiero decirles a todos: GRACIAS.  Porque la fuerza, en definitiva y el sentido de tantas realidades ha nacido del encuentro con Dios y con las personas con las que he tenido la oportunidad de compartir.

Finalmente quisiera decir que la fuerza y el sentido de todo esto está en el Señor, que vivo y presente nos hace capaces de caminar por la vida con esperanza y sembrando lo que Pablo VI llamaba “la civilización del amor”.  Que nuestra vida sea un testimonio de haberlo encontrado y experimentado vivo y presente en nuestras vidas.

fco. javier jaramillo j. ocd