martes, 5 de noviembre de 2013

Un Dios intenso


“Insísteles hasta que entren”(Lc 14)

Por amor, nuestro Dios se ha hecho un pedazo de pan, un poco de vino. Con tal de que participemos del Amor que el mismo es y tengamos su vida, ha decidido transformarse en un poquito de harina con agua. Al comerlo El nos va transformando en El y nos va haciendo pan para los demás, nos revela el misterio de nuestra vocación, darnos, entregarnos, ...fluir como El mismo.
Podemos buscar en que saciar nuestro sentido de la vida consiguiendo bienes, tierras, campos, cuidando bueyes, laburando interrumpidamente, construyendo una familia, casándonos y teniendo hijos, pero solo comiéndolo a El tenemos vida eterna. La Eucaristía es la fuente que sacia la inmensa necesidad de los seres humanos aunque no siempre nos demos cuenta. Solo en ella se nos da vida en plenitud y se nos comunica con el amor la virtud fundamental para vivir en comunión y en paz, la humildad.
San Pablo nos la recomienda cuando dice. “Como buenos hermanos, seamos cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a si mismos. No tengan grandes pretensiones sino pónganse al nivel de la gente humilde, estén alegres con los que ríen y lloren con los que lloran”.
Nuestro Dios, Jesucristo, hecho pan y vino nos invita en la humildad de la hostia, imperiosamente a que hagamos parte de su banquete: “insísteles hasta que entren” porque sabe que solo en El hay vida eterna. El es el pan bajado del cielo, el que nos pone en sintonía de entrega y donación, el que nos da la vida para siempre.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

Fray Wilson Dario Ossa Betancur ocd

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