miércoles, 27 de noviembre de 2013

El examen final


“Por su perseverancia salvarán sus almas” (Lc 21)

Al final del año litúrgico, antes de navidad, se nos invita a hacer el examen de nuestra vida espiritual. Como al Rey Baltazar una mano divina se aparece y te dice. “Contado, pesado, dividido” y te recuerda que tu vida tiene un dueño que te creó con el fin de darle gloria y al que habrá que darle cuentas: “Te he pesado en la balanza y te falta peso, he contado tus días y les he señalado un límite”.
Lo cierto es que a la tarde de la vida no habrá examen final, solo se recogen las notas parciales de los encuentros con el Dios de la vida que se te acercaba en los hermanos, en la creación: “tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber,…cada vez que lo hiciste con uno de mis hermanos mas humildes conmigo lo hiciste… pasa el banquete de tu Señor”. Cuando comprendemos que toda nuestra vida es un continuo jugarnos la eternidad en lo transitorio y cotidiano nos llenamos deentusiasmo en todo lo que hacemos, el amor se vuelve esperanza viva. Pero, sobre todo, el tema del examen final nos resulta delicioso, el amor, “que bien hecho está para eso nuestro corazón”, porque no es algo que no esté a nuestro alcance, ya se nos ha dado a saber todo sobre él en el Crucificado, no tememos pues a la nota final si nos hemos dejado guiar por esa pasión de amor. Sabemos que tendremos un juicio correspondiente a la misericordia que le dejamos desplegar a Dios desde nuestro ser.
Muchos no comprenden una vida así, entregada, pondrán trabas al testimonio de una vida que espera la resurrección y el encuentro definitivo con Dios, pero “ánimo, dice el Señor, yo he vencido el mundo, con su perseverancia salvarán sus almas. Una mano divina, atravesada por clavos ha escrito para siempre: te amo, “tu nombre desde entonces está plasmado en mi palma”

Fray Wilson Dario Ossa Betancur ocd

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