martes, 26 de noviembre de 2013

La paciencia de Dios


“El Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido, ni su dominio pasará, eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana” (Dn 2)

 Jesús, por medio del Espíritu Santo nos ha revelado con su resurrección que el amor no pasará nunca, que el cielo y la tierra pasarán pero que El, que es la Palabra divina, por la que son creadas todas las... cosas, no. Esta certeza nos llena de esperanza ante el anuncio de que todo será destruido, así, se nos invita a vivir en ese fuego incandescente que creo el fuego, unidos a esa Palabra increada, Jesucristo, que da forma a toda la creación.
El apóstol Pedro ilumina cuando acontecerá este momento final: “Antiguamente existieron unos cielos y una tierra que perecieron inundados por el agua. Los cielos y la tierra de ahora, la misma divina palabra los tiene reservados para el fuego, conservándolos hasta el día del juicio y la destrucción de los hombres pecadores. Una cosa hermanos queridos no pueden ignorar que un día para el Señor es como mil años y mil años como un día y no es que el Señor retrase su promesa como algunos creen, simplemente tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos se conviertan en sus hijos. Pero el día del Señor llegará como un Ladrón sin avisar. Si todo ha de desmoronarse que conducta tan santa y tan religiosa deberá ser la de ustedes, mientras esperan y apresuran la venida del día de Dios…nosotros esperamos cielo nuevo y tierra nueva en los que habiten la justicia.”
El apóstol Pablo nos invita a la vigilancia: “pero ustedes hermanos no viven en la oscuridad, el día del Señor no debe sorprenderlos como un ladrón, todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día no de las tinieblas, no nos quedemos dormidos sino que vivamos atentos, vivamos sobriamente cubiertos con la coraza de la fe y del amor y como casco de protección, la esperanza de la salvación.

Fray Wilson Dario Ossa Betancur ocd

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