lunes, 9 de septiembre de 2013

La carne de Dios

Comentario sobre el Evangelio del 9/9/2013

“Cristo es para ustedes la esperanza de la gloria” (Col 1)

 
Los traían en barcos desde África, los tiraban en el barro entre tiestos de tejas y ladrillos, y los que soportaban el hambre y los golpes, los vendían en las plazas de las Indias…Los hacen trabajar duras jornadas, viven hacinados en galpones, en cambuches, en los suburbios de las grandes ciudades, un edificio se derrumbó... con miles de ellos, les pagaban con un poco de comida y eso que han pasado cinco siglos desde el tiempo de la esclavitud… ¿Cuánto vale un ser humano? En Cristo hemos encontrado una respuesta inusitada: La Vida del Dios verdadero, su Sangre.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? pregunta el salmo. “Mi Hijo”, responde el Padre en las llagas abiertas de Cristo. Lo hice heredero de mi gloria, capaz de poseer mí mismo Espíritu. Ese es el anuncio de la iglesia, especialista en humanidad como lo decía el Beato Juan Pablo II. El Evangelio consiste en mostrar a los hombres la esperanza para la que fue hecho más con gestos que con palabras, la herencia que ha empezado a recibir al poseer el espíritu Santo, una herencia que solo necesita las manos vacías.
Dios quiere al hombre libre, trabajando con amor, “Extiende el brazo”, le dice al paralítico, es decir déjate poseer del espíritu y ama. esta es la nueva ley que ha suplantado los antiguos ritos, los tiempos sagrados: primero es el amor a Dios en el prójimo, primero es el ser humano viviendo a plenitud en comunión con Dios en su amor. Está bien ir a misa los domingos, pero está mejor celebrar el rito de la misericordia en conmemoración de Cristo, comulgando sus llagas en el hermano.
San Pedro Claver, el apóstol de los negros, lo comprendió muy bien, aunque sus mismos compañeros lo criticaran, no disminuyó su cercanía a los esclavos negros, sus atenciones y servicios hasta hacerse esclavo de ellos, no tenía ni le importaba la murmuración, no se detenía en prudencias humanas, porque lo que importa es llevar a cabo el plan de Dios y su misericordia. “San Imprudente”, lo bautizó Martín Descalzo, a este hombre, que como Jesús, nos recuerda que se nos ha dado la viva para hacer el bien a los seres humanos, que no hay tiempo más sagrado que aquel en el que, asombrados, acogemos y cuidamos la carne de Dios, en el otro.

Fray Wilson Dario Ossa Betancur

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