viernes, 7 de diciembre de 2012

Orando una aventura de 56 años



Hoy, hace 56 años tomamos hábito 8 compañeros y empezamos el Noviciado en Villa de Leyva.  Al orar mi vida y encontrarme con la figura delicada y firme del P. Ricardo del Sdo. Corazón, fundador del Carmelo en Colombia en ese lejano 1911, nos sentimos empezando otro capítulo de la historia de lo que es hoy la Provincia Colombiana de los Carmelitas Teresianos.  Todo ello precedido por unos ejercicios espirituales, predicados por el neo-sacerdote P. Eugenio de la Sda. Familia..

Cómo olvidar ese encuentro con ese pueblito que era en ese momento Villa de Leyva, medio destruido.  Imposible olvidar esa llegada, vía Arcabuco a las 6 pm y apenas titilaban una lucecitas debiluchas en el pueblo..  Era el 29 de noviembre de 1956.  Y la recepción a media luz para nosotros que veníamos acompañados del P. Olegario, nuestro director del Seminario Menor y el entonces Hermano Gerardo.  Habíamos salido de Bogotá a eso de las 6 am y llegamos a Tunja pasado el medio día.  Era toda una epopeya el viaje.

Pero volvamos a ese comienzo porque quiero decir que nos recibieron el Prior, P. Ricardo, el Maestro, P. Eladio, el P. Ildefonso, ex_misionero de la India por más de 30 años y que también había sido nuestro profesor en Monticelo a su llegada en 1953, y el P. Eugenio; además del Hno. Cosme, que era el único profeso simple de los Hermanos, es decir la comunidad en pleno nos esperaba y nos dio la bienvenida.  Nos acomodaron en las celdas.  Toda una novedad! Una cama que consistía en dos burros y un tablón y una esterilla sobre la misma con sus cobijas de lana, pero nada de colcha.  Detrás de la puerta colgaban la disciplina y la cadenilla, instrumentos de mortificación que íbamos a a aprender a usar, al ritmo de la vida ordinaria..  Una Cruz, sin cristo, o como diría san Juan de la Cruz, la Cruz desnuda.  Yo después le añadiría a la puerta, la letrilla de santa Teresa: Nada te turbe.  Que me acompañó toda mi vida de estudiante y la leía al entrar y al salir de la habitación, celda, la llamábamos en nuestro mundo monástico.  Tengo que decir que en ella no teníamos ni silla, ni mesa donde escribir, porque para escribir, teníamos que levantar la esterilla y buscar el mejor lugar del tablón para escribir.

Después de este encuentro con uno de los lugares privilegiados para vivir la vida en el Carmelo nos recibieron con la cena.  Recuerdo esos tablones largos en los que pasaban los platos para servirnos.  Y allí los 8 en silencio escuchábamos y observábamos lo que iba a ser nuestro ambiente, además de una casa hermosa con unos claustros enormes y la capilla.  Cómo olvidar ese Cristo  todo llagado que tendríamos para mirar en la oración de todos los días, con esa frase teresiana: “no os pido más de que le miréis”.

No niego que todo se me hacía nada por las ganas que tenía de vivir todo eso y por el ánimo que veía en mis compañeros, al menos en casi todos, porque no sé lo que había en el corazón de cada uno. Pero me imaginaba que ellos iban por delante de mi en ese camino.  Pero ya estaba allí.  Y esos días de Retiro se me hacían eternos por las ganas que sentía de vestir el Hábito (en ese tiempo se decía: santo hábito)  y de cuando en cuando le hacía señas a mi compañero más cercano Luis Javier y le decía cuánto faltaba con los dedos porque el silencio era importante.  Y poco a poco íbamos aprendiendo a guardarlo como una parte esencial de nuestra vida.  Hoy mira la vida y me parece un ayer todo eso, pero ya han pasado desde entonces 56 años.

Pero mi pregunta en este momento es, a esa distancia de ese acontecimiento ¿qué es lo que ha hecho Dios?  Tendría que responder: TODO. Pero reconozco también que siento vergüenza de no haber caminado tanto como esperaba Jesús que lo hiciera y ser un enano espiritual después de tanto tiempo y gracias y bendiciones que me ha regalado Dios en el Carmelo.  Es una llamado de atención en este tiempo al comenzar este nuevo año y en este ritmo del Adviento..  Y justo eso es lo que siento, que estoy empezando de nuevo, porque como decía Teresa: “ahora empezamos y procuremos ir empezando de bien en mejor”.  Es siempre una bendición saber de la espera del Señor todo el tiempo que nos acompaña al ritmo de la vida de todos los días.  Y es que parece que el ayer y el hoy se juntan para reclamar fidelidad a Dios.

No estoy añorando los tiempos pasados sino repasando la invitación que me ha hecho Dios desde siempre para vivir de acuerdo a su voluntad. Y mirando el pasado ver la obra maravillosa que ha hecho Dios de mi vida y de mi búsqueda, que entrelazada con la vida de muchos se ha convertido en bendición para todos..  Pero al mismo tiempo para mirar mi vida y mi historia en clave de Redención y dejarla tocar de esa Sangre de Cristo que libera, que sana, que limpia y purifica, pero que al mismo tiempo robustece y da la fortaleza para permanecer en el amor y construir esa “civilización del amor” de la que nos enamoro Pablo VI.  Y qué bueno poder crear siempre vínculos nuevos con toda la historia vivida y con lo que Dios nos da hoy para vivir en su presencia..

No me arrepiento nunca de haberme aventurado por este camino.  Por el contrario le doy gracias a Dios de haber encontrado este camino del Carmelo Teresiano, al que quiero invitar a vivir a los nuevos y a los que de verdad quieran enamorarse de Dios porque aquí se encuentra y se vive.  Yo he encontrado a Dios en el Carmelo y se lo he entregado a tatos Vivo y presente en su historia.  Yo le he mostrado a tanta gene el Dios que me he encontrado y quisiera hacer enamorar a todos de ese Dios Vivo y Presente en la historia.  Le doy gracia a Dios por este servicio y esta experiencia..  Y sobre todo por cada uno de los hermanos que ido encontrando en el camino, que ya no es corto y que me ha regalado una gama inmensa de posibilidades, que han sobrepasado las fronteras y me han puesto al servicio de la Iglesia, como lo quería Teresa.

Qué alegría volver a recordar el compromiso del primer día para vivir con toda la lozanía y el poder de la Gracia el llamado en el Carmelo y poder decir a los que vienen detrás que es posible la fidelidad y una alegría gastar la vida en el Carmelo.  Yo quiero ser un testigo de eso y que en la vida de comunidad se puede ser feliz si vivimos con una total dedicación y si alimentamos con la Eucaristía y la Oración la experiencia de la fraternidad.  A Dios e le encuentra en el Carmelo y sin fronteras porque no se agota en nuestras pequeñas geografías.

Hoy le quiero dar gracias a Dios por este permanecer que es obra de su Gracia y de su amor.  Nosotros ya vamos terminando nuestro camino y estamos más cercanos al fin que al principio.  Por eso me uno a la acción de gracias de mis compañeros y el resto que quedamos: Alonso, César, Luis Javier, Bernardo y yo. Dios ha sido siempre fiel y me ha dado la fortuna de permanecer junto a él intentando acertar siempre con lo mejor y entregarle mi vida..

fco. javier jaramillo j. ocd

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