martes, 27 de agosto de 2013

Sinceros en la Palabra, puros en el Corazón

“Limpia primero la copa por dentro” (Mt 23)
 
“Nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. No pretendimos honor de los hombres y si predicamos el evangelio no lo hicimos con el fin de contentarlos”. Así, subraya Pablo la sinceridad, la pureza y la limpieza de su intención en el anuncio. Un amor puro a Dios y a los seres humanos, un am...or que se alegra solo con la verdad, que por amor es capaz de hacer caer en la cuenta del daño que se hacen y de la esperanza que se pierden aun con palabras duras: “¡Fariseos, Hipócritas”. Revela así lo que dice el Evangelio. Lo principal de la ley es la sinceridad, la pureza de intención, la voluntad de Dios, la compasión.
Pablo no teme decirles las cosas como son y sin embargo lo hace movido por el amor, aun cuando reprende, como lo hace Jesús con los fariseos, no hay odio en su corazón cuando los exhorta: “les teníamos tanto cariño que deseábamos entregarles no solo el evangelio sino nuestras propias vidas”. Este es el salto de la nueva alianza, pasar de unos ritos de purificación externa a la acción del Espíritu que nos dará un corazón nuevo, un espíritu nuevo, a un amor que es entrega.
La sinceridad no pide que seas perfecto, sino que sepas reconocer tu debilidad y no ocultarla pues sabes que el Señor ya te conoce, sabe de que barro estas hecho, que el penetra tus pensamientos y distingue tus caminos, y aun antes de que hables ya sabe tus palabras. Este doble conocimiento, tu pequeñez y su compasión, es el que te invita a entregarte sinceramente en manos del médico. Comprendiendo esto así ora san Juan de la cruz: “¿quién podrá librarse de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en pureza de amor, Dios mío? ¿Cómo se levantará a ti el hombre engendrado y criado en bajeza, si no le levantas Tú Señor con la mano que le hiciste?.

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