sábado, 2 de marzo de 2013

¿Qué frutos darte, Señor?


Mira  mi miseria,
y  dejándome arrastrar por tu riqueza
ojala  recojas de mí aquello que a tu Reino convenga
Acoge  mi buena voluntad,
y  lejos de echarme en brazos de la vanidad
descubra  que, sólo Tú y siempre Tú,
eres  la causa de lo bueno que brota en mí.
Perdona  mi débil cosecha,
y,  sigue sembrando Señor, para que tal vez mañana
puedas  despertar, descubriendo en mí
aquello  que, hoy, brilla por su ausencia:
frutos  de verdad y de amor
de  generosidad y de alegría
de  fe y de esperanza
de  confianza y de futuro
de  vida y de verdad.
Y  no te canses, Señor, de visitar tu viña,
tal  vez hoy, puede que no,
pero  mañana, con tu ayuda y mi esfuerzo,
brotará  con todo su esplendor
la  higuera de mi vida
Amén

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